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La importancia de la copa en la apreciación y el disfrute del vino

diciembre 20, 2019

La importancia de la copa en la apreciación y el disfrute del vino

Por Miguel Larrimbe
Foto: Riedel

 

“¡Que objeto tan bello la copa!
Es a la vez cepo y expositor: retiene el vino y lo ofrece.
Me parece que el vino no existe mas que a través de ella” 
Emile Peynaud

 

La copa es el  medio  a través de cual consumimos y nos comunicamos con el vino,  instrumento de esencial importancia a la hora de disfrutarlo. Una copa adecuada favorece la apreciación de sus cualidades visuales, gustativas y aromáticas, y permite que se muestre en todo su potencial.  Por el contrario si la copa no cumple con ciertos requisitos imprescindibles  todas las virtudes del vino pueden pasar desapercibidas.

Por eso  a la hora de adquirir nuestras copas es necesario tener en cuenta algunas reglas básicas:

  • Las copas deben ser de cristal delgado,  incoloro y sin tallados, para facilitar la apreciación del color y sus matices. Las copas coloreadas o talladas distorsionan su apariencia.
  • Deben tener un tallo o fuste de tamaño suficiente largo que permita, sin tomar la copa por la parte superior, mover el vino con facilidad para que desprenda sus aromas. El tomar la copa por el cuerpo hace  que el vino se caliente rápidamente, lo que hay que evitar a toda costa.
  • El cuerpo o cáliz debe tener paredes curvas, en forma de tulipa, es decir con la boca mas cerrada que el cuerpo, para facilitar  la retención de los aromas que se desprenden al agitar el vino. Con una copa  en que la que el diámetro de la boca supere el diámetro del cuerpo los aromas se pierden rápidamente y se hacen imposible de apreciar.

Pero no necesariamente todos los vinos se beben en la misma copa, la forma y fundamentalmente  el tamaño,  varían según se trate de vino  tinto, blanco, espumante o  dulce.

Los vinos tintos requieren una copa grande que permita mover el contenido lo suficiente para liberar  sus aromas, generalmente  mas “pesados”. Una copa con mayor volumen hace que el líquido al agitarse tome mayor contacto con el aire, se oxigene,  y que los aromas se desprendan con mas facilidad. Es importante destacar que las copas no se deben llenar mas allá de su tercera parte,  de otra manera se hace muy difícil mover el vino sin que se derrame.

Las copas para los blanco son mas pequeñas que las usadas para los tintos.  Estos vinos liberan sus aromas con mas facilidad y por otra parte,  se sirven en cantidades menores,  para evitar que tomen temperatura rápidamente con el calor del ambiente.

Para los espumantes las copas más recomendadas son las llamadas “flautas”: finas y altas.  Son las que mantienen por mas tiempo el gas carbónico y permiten disfrutar visualmente de las burbujas: su desprendimiento, tamaño y persistencia.  Hay que tener en cuenta que la apreciación olfativa de estos vinos no requiere  mover la copa ya que sus aromas se desprenden rápidamente junto con las burbujas. Contrariamente a lo que comúnmente se hace,  tampoco en este caso hay que llenar demasiado la copa,  pues el vino tiende a calentarse rápidamente y a perder sus cualidades. Los espumantes son los vinos que se consumen a menor temperatura entre 6 °C y 8 °C

Los vinos dulces o de postre como los de cosecha tardía, los oportos o los vinos de jerez requieren de copas pequeñas y de tallo corto porque tienen aromas potentes que se liberan con mucha facilidad y además se consumen en pequeñas cantidades.

 

¿UNA COPA PARA CADA TIPO DE VINO?

Considerando las condiciones  anteriores  distintos fabricantes producen copas que se adaptan a los distintos vinos y llegan a proponer no ya copas para vinos tintos, blancos o espumantes sino para las distintas variedades de cada uno de ellos.  La marca pionera en ese sentido ha sido Riedel quien desde hace varias décadas ha desarrollado copas para los vinos de cada región vitivinícola y para las distintas variedades que se cultivan en el mundo alcanzando un alto nivel de tecnificación. Así cuenta con una copa para Borgoñas tinto y una para Borgoña blancos, una para el Burdeos, otras para los Sauvignon Blanc o los Malbec, etc.

 

LAS CUATRO BÁSICAS

Pero como no todo consumidor de vinos quiere llegar a ese nivel de sofisticación,  Riedel ofrece una gama de cuatro copas que cubre casi todo el espectro y se compone de dos copas para blancos y dos para tintos.

Una copa para los vinos blancos frescos y frutados como el Sauvignon Blanc y una para los blancos con más estructura, con los Chardonnay criados en barrica.

Una copa para los vinos tintos frutados, livianos, elaborados para consumir cuando jóvenes y otra para los vinos tintos corpulentos, con mas estructura,  destinados a consumir después de un período de envejecimiento.

Una vez que se degusta el vino con estas copas y sobre todo si se compara el resultado con el de utilizar una copa común, se comprende que las sensaciones aromáticas y gustativas se potencian utilizando la copa adecuada. Así  lo han comprobado los catadores mas exigentes.

 

Mirá nuestra selección de copas Riedel en la sección cristalería